martes, 10 de diciembre de 2013

ALQUIMIA COMESTIBLE



Hace unos días me entró un mono terrible de cocinar. Me lancé a la calle en busca del material adecuado y compré harina en un sitio estupendo para hacer pan con masa madre que me habían regalado; todos los elementos necesarios para hacer una especialidad heredada de mi madre: trufas de chocolate; y un gran abanico de ingredientes más para hacer varios platos para toda la semana.

Lo cierto es que esos ratos en la cocina forman parte de otra lista de mis pequeños placeres. Esos instantes mezcla de magia, alquimia y sensación de hogar son irremplazables. Son momentos aparentemente lentos, en los que todo parece necesitar su tiempo, su ritmo, pero que en el que “se cuecen muchas cosas a la vez” -nunca mejor dicho-, y todas ellas necesitan nuestra completa dedicación.

Quizá por eso, para mí cocinar es un bálsamo que me ayuda a relajarme y dejar la mente en blanco. Esa sucesión de actos que sólo se dan en la cocina hace que tengamos que concentrar toda nuestra atención en un hervor, en que los cortes sean suficientemente finos, en que los alimentos queden sazonados en su justo punto o, en mi favorito, amasar algo con todo tu cuerpo.

Inmediatamente después, llega el trance para los sentidos: aspirar ese olor a pan recién hecho que se esparce por toda la casa, degustar un guiso recién hecho en su punto justo, visualizar las sonrisas de la gente cuando les regalas trufas… Y cuando ves que todo eso es embriagador y lo reconoces como tuyo, sólo puedes dejar que te embargue la emoción. En serio.

Si todavía no estáis enganchados, daros esta oportunidad se convertiros en alquimistas del siglo XX por unas horas. Descubriréis una actividad poderosísima que permanece latente en nuestras neveras o armarios, a la espera de que alguien la despierte.


Mientras tanto, ella había empezado ya a asignar un sabor y un olor determinados a cada persona, y se esforzaba por recordarlos con precisión cada vez que se tropezaba con cualquiera de sus portadores. Su madre sabía a tarta de limón con merengue tostado por encima, su padre a callos recién hechos y un poco picantes, su hermano mayor a besugo asado a la espalda, con mucho ajo...

Malena, una vida hervida. (Modelos de Mujer). Almudena Grandes.

2 comentarios:

  1. ayer vi a las vainica doble en los "cachitos de hierro y cromo" de esta semana en la web de RTVE. maravillosas :)

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  2. Raúl: Reconozco que no sé de qué me hablas. Lo siento. Ni tan siquiera después de una búsqueda -superficial- en el santo buscador. Pero sea lo que sea, imagino que será algo tan viejuno como "Con las manos en la masa". Bravo por esas maravillas ancestrales.

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