miércoles, 15 de agosto de 2012

LAZOS INVISIBLES



Imaginaros una sala llena de gente por cualquier motivo: puede ser un concierto, una charla, una fiesta, o un instante cualquiera en una plaza cualquiera… Aparentemente, sólo vemos los lazos de unión visibles, los evidentes… Por ejemplo, en el caso de una plaza, veremos esa familia con sus dos niños correteando, esas tres amigas entorno a una cerveza, un grupo grande de gente joven riendo…

Con esos ojos de espectador externo, probablemente no podremos llegar a vislumbrar nada más… ¿O tal vez si? Si realmente nos volvemos muy detallistas y analizamos el detalle casi microscópico, veremos cruzar alguna mirada furtiva de una mesa a otra, algún sutil giro de cabeza o alguna cabezada casi imperceptible a modo de saludo…

Y es que, en realidad, esa plaza está llena de lazos invisibles –que no inexistentes- de muchas de las personas ahí reunidas. En prácticamente cualquier sitio conocido en que nos reunamos, siempre habrá gente que se ha conocido en el pasado y se ha distanciado a día de hoy. Habrá antiguos amantes, antiguos amigos, antiguos compañeros de clase, de trabajo… muchos de los cuales solo alcanzarán a hablar unos minutos o a hacerse un gesto con la mano cuando, en realidad, les apetecería darse un buen achuchón, estarse un buen rato conversando y mirándose, explicándose la vida…

Eso pensaba yo hace unos días en un concierto mítico de Barricada. Que el filtro con el que observamos la realidad es sólo una pequeña cara de ella. Del mismo modo que si miramos una galaxia con nuestros ojos sólo veremos la luz de algunas estrellas, pero si la observamos a través de un filtro en rayos-X veremos todo su gas. Ese concierto aunque rebosante de interacciones –visibles y tangibles- entre los asistentes, se de buena tinta que estaba lleno antiguas relaciones reencontradas -de esas que emiten en cualquier longitud de onda, menos la visible-.

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