martes, 5 de julio de 2011

MR. DUPLICITY



En esta época en que vivimos en que nuestros amigos, hermanos y alrededores no deja de reproducirse –que le vamos hacer, es lo que tiene tener entre 20 y 40 años-, yo me planteo en lo genial que es tener hermanos/as para jugar, divertirte y también para que te vayas acostumbrando a que nadie, ni tan siquiera tú, es tan importante en este mundo. Sin embargo, considero una gran jugarreta que el destino te de un hermano gemelo. Si con un hermano/a ya tienes que pasar por una constante comparación, en el caso de los gemelos, esa equiparación tiende a infinito. Eso es algo que siempre había pensado, pero estos días con más motivo.

Resulta que una noche hace unas semanas, conocí a un chico con el que tuvimos una conversación absurdamente divertida. Una de esas sensaciones de dejar fluir el buen rollo sin necesidad de conocer mucho más de esa persona. Bien, mi sorpresa una semana después cuando lo volví a ver y al saludarlo me respondió muy fríamente, pero mi sorpresa creció monumentalmente cuando unos metros más allá había una réplica exacta de él, que esta si, me saludaba con efusividad. Efectivamente, eran clones de la naturaleza: gemelos. Pero además, gemelos que estudiaron lo mismo, trabajaban en lo mismo, vivían en el mismo sitio y hasta hace poco vivían juntos. Al menos llevaban peinados diferentes. Paradojas del azar. Paradoja de los gemelos.

El caso es que imagino que debe ser algo alucinante tener a alguien tan parecido a ti que te comprenda tan tan bien –a veces incluso más de lo que te conoces a ti mismo- que a veces asuste. Sin embargo, algo completamente fastidioso –por decirle suavemente- es que desgraciadamente, pierdes tu propia personalidad, la gente ya no te valora como persona y ente individual, sino como pareja de personas. Yo ya no soy capaz de distinguir con quien conecté aquella noche. Cuando ahora veo a uno de ellos, saludo con algo de precaución, hasta que o bien, me devuelven el saludo sin efusividad o bien, nos enzarzamos en una conversación con mucha más conexión. Lo cierto es que siento lástima hacia ellos. Son personas únicas, diferentes, interesantes, amenas y divertidas. Sin embargo, están destinados a ser unos siameses unidos por un lazo invisible para el resto de los mortales. Desde aquí mis condolencias hoy, en el cumpleaños de ambos.

(En relación con esta entrada, si no habéis visto todavía esta película, Never let me go, os la recomiendo fervorosamente –basada en una novela del mismo nombre que no he tenido ocasión de leer-. Se trata de una joya preciosa que os romperá el corazón.)

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