lunes, 25 de abril de 2011

LIBRANDO

Ayer volvió a ser 23 de Abril otra vez (que ya van unos cuantos). El día de San Jorge (o Sant Jordi), un día en que nadie se acuerda del dragón sino de libros, rosas y amigos a tutiplén. No está nada mal el cambio.

Una vez más, este día demuestra que estés en el lugar que estés, incorporar las tradiciones preciosas de tu cultura a ese lugar, y llenar ese día de pétalos, páginas, dedicatorias, canciones y platos típicos es algo que provoca una gran elevación del nivel de alegría, felicidad y emoción del mundo.

Yo ayer recibí rosas, claveles y tres libros que me aguardan expectantes. Listos para viajar a través de sus páginas por herencias, retazos y pensamientos de sus creadores. Libros importantes para quien nos lo regalan –un besazo desde aquí-, y para quien lo recibimos, libros que en breves instantes pasarán a formar parte de nuestra historia y de nuestra personalidad. Días como estos son los que hacen el mundo un poco mejor.

Al fin de cuentas, la biblioteca es su verdadera autobiografía. Aquí y allá asoman libros que han estado ligados a algún hecho o a algún sentimiento, decisivos o triviales, de su vida. Nunca se decidió a colocar sus miles de volúmenes por orden alfabético de autores, de manera que si lo aluden es desde el caos.

Buzón del tiempo. Mario Benedetti

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