jueves, 24 de febrero de 2011

A LA DERIVA

¿Cuáles son las instrucciones cuando las circunstancias nos envuelven en océanos de ruido? ¿Cómo se sale corriendo de la propia existencia? ¿Cómo se enmiendan los trazos que se modificaron sin avisar? ¿Cómo se acepta que la vida conduzca un rato? ¿Cómo nos hacemos a la idea de que lo que hasta ahora habíamos controlado ya no se deja dominar? ¿Cómo rezumamos el fuero interno? ¿Dónde está el piloto que vuelva a darnos el mando de la trayectoria?



Quizá en eso resida la lección… En darnos permiso para saborear la calma. En saber darnos descanso. En aprender a dejarnos llevar. En aceptar a probar los cambios que la vida nos ofrece, inesperada. En darle la oportunidad de liberar un rato la carga de nuestros hombros. En aceptar la carta blanca para disfrutar la rutina de lo conocido. En tomar aire. En cerrar los ojos, relajarse y dejarse mecer en la barca. En aplacar la maleta de la experiencia y reconciliarla con la de la importancia. En dejar que la vida, por una vez, nos coja de la mano y nos regale su consejo tiritante.

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