miércoles, 30 de septiembre de 2009

QUIERO COLGATE. Y YO, MATATE*

Ayer fui al dentista por primera vez en mi vida. Y diréis… ¡Animaaaal!. Qué queréis que os diga a mí, mis dientecicos nunca me han dolido ni nada, tienen buena pinta y encima yo convencida de que todavía no tenía las muelas del juicio… El caso es que al final he ido porque todo el mundo por estos lares me miraba con cara de ser lo más inverosímil que hubiera oído en tiempos cuando escuchaba semejante afirmación.

El caso es que más o menos fue todo bien, me estuvieron una horilla mirando cosas por ahí dentro y haciéndome una de esas limpiezas bucales -que según mis recuerdos de los niños de mi clase del colegio, era lo peor que te podía suceder en la vida-, y me da a mí que ahora todo es más sofisticado porque hubiera sido hasta relajante sino hubiera tenido que estar con la boca abierta tanto rato… Ahora mismo tengo una sensación extraña… Claro, nadie sabe como el resto del mundo siente sus dientes. Pero es de lo más pasmoso que lo que conoces tan bien, lo que te ha ayudado a morder, sonreír y otras actividades varias… haya cambiado.

Sin embargo, la sorpresa fue que, tras una hora de explicaciones –de las cuales, con tanto vocabulario técnico, no me enteré de la mitad- empecé a asociar que los Wisdom teeth tal vez eran las famosas muelas del juicio… - y para vuestra información el Ratoncito Pérez es la Fairy Teeth aquí.- . ¡¡Así que resulta que mis muelas del juicio están ahí desde hace años y yo sin saberlo!! Y encima me las quieren sacar porque molesta a las demás. De eso nada, nos acabamos de conocer, no me desprenderé de ellas tan pronto.

* Chiste en aragonés

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