sábado, 14 de marzo de 2009

VIERNES


Viernes...
independientemente de la edad que tengas,
llegas a trabajar y estás como… más relajada.

Atraviesas la mañana y te vas a comer con calma, al solete,
mientras observas a la gente espléndida,
que piensa en la noche que les espera,
en la textura de las sábanas al día siguiente,
cuando despierten, sin horas, sin prisas,
con zumo de naranja, tostaditas y café,
en el viaje que van a emprender dentro de unos momentos,
en los conversaciones de vino y amigos que van a tener en unas horas,
en los días de descanso que les esperan,
o en las farras, bailes y alcohol que asoman en cambio,
en las pelis, los amantes, los descansos, las aventuras…

Y miras el reloj, y con alegría,
te das cuenta que ya sólo quedan unas pocas horas para acabar la jornada,
y te pones tu canción favorita,
que empieza a serpentear por tu sangre,
y de hecho, te preguntas porqué no te vas a trabajar a la intemperie,
y empiezas tu fin de semana con antelación,
y precipitas las cosas para que empiecen a fluir,
y te vistes la mejor de tus sonrisas,
y acomodas tu risa en tu garganta,
y recoges tus bártulos,
y abandonas por unas largas horas
el agobio de los mails, la tecnología, las normas, las prisas, las obligaciones.

Y paseando suavecito,
empiezas a saborear ya el fin de semana
que se cierne ante ti,
lleno de vida…

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