jueves, 4 de diciembre de 2008

LA SOLE

Hay soledades que se presentan de improviso, como un golpe en la nuca. Piensas: estoy sólo. No ahora; siempre. Sólo. Esa palabra afónica, redonda.

Hay también la soledad lenta, la que se acepta con el tiempo. Hay otras que ya estaban allí, que son las soledades de las que estamos hechos. Esas duelen distinto. Algunas veces permanecen ocultas, larvadas debajo de un nombre o de una memoria difícil. Otras veces vuelven en sí, se enderezan y te hablan al oído. Es entonces cuando se escuchan las verdades más exactas acerca de uno mismo.

También existes ¿sabes? La soledad que uno, de tanto conocerla, de tratarla a todas horas, acaba necesitando como a una compañía leal y discreta. Una soledad casi querida que, al marcharse, nos deja de verdad a solas.

La vida en las ventanas. Andrés Neumann

2 comentarios:

  1. Ay que punzante puede ser el sentimiento de soledad en la tripa...

    Quiza voy a empezar a pedirte que revivas mis dias, para darles un poquito mas de luz... Poquito a poco me estoy llenando de lluvia... creo que me hace falta un poco de sol...

    Besos, luminosa !

    Manù.

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  2. Manu: Hombre fuerza, ¡¡a tí no se te puede ahogar!! Calma, el sol está a la vuelta de la esquina... Lo he visto en esta tarde-noche que te estoy reviviendo... Muchos besos

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