martes, 23 de diciembre de 2008

CURRANTES

Aprovechando que tengo un insomnio de caballo... -fuentes extraoficiales afirman que es jet-lag, que siempre llega los martes- y que, ésta, mi cabeza, no se está quieta ni un momento, os voy a contar mis últimas reflexiones de madrugada.

Estaba pensando que me siento muy afortunada de tener un trabajo que me guste en media. Aunque los idealistas que pensábamos que el mundo podía ser perfecto, hace tiempo que pusimos los pies en el suelo en ese sentido -el trabajo ideal no existe, sobre todo cuando pasa a ser una obligación- si que, al menos tenemos alicientes, cosas que de vez en cuando nos dan un subidón, una alegría y nos hacen olvidar las doscientas cosas malas que hubo ayer.

Sin embargo, para mí, existen un montón de trabajos-mierdas, aquellos que, casi con toda seguridad, ningún niño ha deseado convertirse, pero no queda más remedio que alguien se encargue de ellos. Y no hace falta irse a buscar a alguien extremadamente pobre, o inmigrante para verlo. Sin ir más lejos, el viernes cuando esperaba mi segundo avión con retraso en Frankfurt, tuvimos un espectáculo en vivo de los cargadores de maletas. Todos ellos tendrían entorno a 25 años, y su trabajo consistía básicamente, en cargar maletas de un avión a otro así, a pelo. El hecho de que no hubiera nadie mayor que 40 años me hace imaginar su columna vertebral dentro de unos añitos.

Y mi lista particular de trabajos-que-dan-ganas-de-salir-corriendo es más larga: conductor de metro, conero -esa persona que todos los fines de semana de los veranos pone conos en el carril sentido a la playa los sábados y en el carril de vuelta los domingos; existen, yo los he visto-, secretaria en el servicio de reclamaciones de cualquier compañía aérea o butanero. Y la lista es interminable... seguro que os sabéis muchos más. Me parece realmente alucinante que en pleno siglo XXI, en la época en que las nuevas tecnologías avanzan a pasos agigantados, todavía existan este tipos de trabajos. ¡Por favor, que alguien le compre un amplificador al pobre butanero!

Curiosamente, luego hay un tipo de trabajos muy bien catalogados socialmente, pero que, a mi me siguen pareciendo un truño. Por ejemplo, piloto de avión... ¿Cual es la diferencia con un taxista o un autobusero? Azafata/o de vuelo... ¿Una mezcla de camarera, enfermera y chacha? -Muestra sesgada, lo sé-. Al menos, me reconforta pensar que en este mundo hay todo tipo de opiniones y que, seguramente, mi trabajo esté en el top 10 de los peores trabajos de mi vida para más de uno.

6 comentarios:

  1. pues a mí no me importaría ser butanero... :)

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  2. zEke: ¿!En serio!? Mmm... Me da mí que tu eres de los que no te gusta nada mi trabajo... ;). Tú también con jet-lag de martes, ¿no? ¡¡Me debes una llamada antes de que te vuelvas!!

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  3. La verdad que si, que son trabajos poco gratificantes, pero realmente alguien los tiene que hacer y el resto muchas veces no lo valoramos… cuando curraba en la obra vi muchos de esos trabajos y mi querida Timonera, creeme que el “conero” es afortunado en comparación con otros que trabajan en ese gremio…
    Nos vemos mañana para el brindis¡¡
    C.Dubitatus

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  4. C. Dubitatus: La lista de trabajos chungos es laaarga y ordenable, pero el conero no me parece muy afortunado... ¡aunque quizá él es feliz! ¡¡Chin chin!!

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  5. Hola, Timonera! Solo un pequenyo comenterio para que sepas que te leemos :) Yo si queria ser de pequenyo conductor de trenes y metros, pero al final me dio por las estrellas y acabe en Berlin.

    Me gusta lo que hago ahora, pero tambien trabaje en un Maradonas un tiempo y lo recuerdo con carinyo porque no tenia ninguna responsabilidad (bastaba con barrer el suelo y arrastrar cubos de basura) y porque no necesitaba demasiado el dinero. Porque un gran problema de los curros de mierda es que los sueldos tambien son de mierda.

    Un abrazo muy fuerte y felices fiestas!

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  6. Anónimo: ¡¡Qué ilusión leerte!! Si, estoy de acuerdo con que no tener responsabilidades es un aliciente en el trabajo... y tener un mínimo de dinero que te permita vivir con holgura también... Pero para mí hay algo más, que el trabajo te motive, te ilusione, te haga disfrutar... al menos en media. ¡Que casi echamos la mitad del día trabajando! ¿Qué tal están las estrellas por Berlin? ¡Un abrazote para los dos!

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